Nicolás Olea Serrano | Catedrático de Radiología y Medicina Física de la UGR
Sus investigaciones son citadas por miles de científicos en todo el mundo y sus estudios sobre productos como el bisfenol-A tienen un gran impacto en la Ciencia y en la sociedad.
Su abuelo y su bisabuelo fueron médicos. Su abuelo construyó la casa donde se criaron. Un lugar desde donde tenía una situación privilegiada para ver como crecía Granada. Nicolás Olea Serrano (11 de julio de 1954) es médico, investigador y docente de la Universidad de Granada (UGR). Está considerado un referente mundial de la medicina ambiental. Ha participado y participa en foros de primer nivel.
‘Del río Beiro a la Puerta de Elvira’ (Editorial Universidad de Granada, 2018) es el título de su libro sobre su tierra. Es, además, la historia de su infancia. Unos años en los que confiesa que no vivió la miseria, pero sí vio realidades que ahora cuando las relata algunos se las cuestionan no porque no lo crean sino porque les parece que fueron de épocas anteriores. Recuerda, entre muchas anécdotas, un herrador de mulos en las escaleras del Triunfo.
Nicolás Olea, el menor de cinco hermanos, estudió Medicina en la Universidad granadina. La residencia la hizo en el Clínico, su hospital de toda la vida. Es catedrático de Radiología y Medicina Física de la institución universitaria granadina, desde 1996, y médico en el Hospital Universitario San Cecilio hace cuarenta años. Mucho antes de 1996 hizo estudios posdoctorales en Bruselas, eso fue a principios de los ochenta. Fueron tres años de mucho trabajo en una Bruselas triste con poca luz. Nada que ver con su Granada natal. Después llegó la estancia en Boston, una etapa de luz. Tiene tres hijos (dos varones y una mujer) y allí nació uno de ellos.
Caminante de Sierra Nevada, es un referente mundial en medicina ambiental
Ha recorrido países, organizaciones y administraciones para pedir fondos para investigar. Su trabajo científico ha estado relacionado desde el principio con el cáncer (tiroides, mama, próstata). En Estados Unidos un tubo de análisis fue el culpable (en este caso bendito culpable) de su afán por investigar los contaminantes y sus efectos en la salud. Aquel tubo de plástico estuvo en el ‘origen’ de un trabajo brillante que con más de 17.000 citas acumuladas lo sitúa entre los científicos españoles con más referencias a su trabajo en el ámbito de la medicina medioambiental.
Como el enfermo que va a una consulta a buscar respuestas y soluciones a sus dolores, Nicolás Olea investiga para saber cómo productos químicos y componentes ambientales influyen en nuestra salud. Es de quienes apuestan porque, además, de mirar en el código genético se mire en el código postal de los dolientes.
Este médico apasionado de la historia de Granada, con frecuencia recurre a un artículo que leyó de Santiago Ramón y Cajal que se refiere al gigante Anteo y que le recuerda que en ciencia clínica hay que tener los pies bien pegados a la tierra y no separarse de la cabecera del enfermo. Lo hace también con su grupo de investigación y los estudiantes. «Expresa muy rápido las cosas. Trabaja mucho y transmite ese entusiasmo», explica Marieta Fernández, investigadora de su grupo. Quienes trabajan con él inciden en el entusiasmo que pone en todo y que insufla a los demás.
Sus investigaciones tienen un gran impacto científico y a nivel social. Esta semana ha dado a conocer el trabajo científico en el que evidencian que nueve de cada diez calcetines para bebés contienen restos de bisfenol-A y parabenos. Los productos químicos con efectos negativos sobre la salud se han convertido en esos elementos a perseguir en las últimas décadas por Nicolás Olea y el bisfenol-A no quiere que esté cerca de la gente en general ni de los pequeños y embarazadas en particular. Lo ha dicho alto y claro en todos los foros que ha podido y en esa tarea sigue: Quiere que se regule, prohíba y se tengan en cuenta las investigaciones al respecto.
El fin de este médico granadino es que la gente esté sana. Prevenir mejor que curar. Se podría aplicar ese refrán tan castizo a su trabajo. Fue director del departamento de Radiología de la UGR (2009-2017) y puso en marcha el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada (2011-2018) siendo su primer director hasta 2018. En todos sus cargos mantuvo y mantiene ese interés. Actualmente es líder de un grupo multidisciplinar que estudia medioambiente y salud, con especial atención a los contaminantes químicos con actividad hormonal y el cáncer hormono-dependiente. Ha dirigido decenas de tesis y cuenta con discípulos (si se puede llamar así porque ahora con las nuevas tecnologías hay términos más modernos) en muchos hospitales así como centros de investigación españoles y de otros países.
Nicolás Olea, que es un gran y buen caminante de Sierra Nevada, ha sabido pisar fuerte en foros internacionales. Ha organizado las diez conferencias nacionales sobre disrupción endocrina (CONDE) celebradas en España durante los últimos 15 años. Es experto evaluador en los programas de investigación Dinamarca, Francia y la Unión Europea en Disrupción Endocrina y en el comité SCENHIR (Comité científico sobre riesgos de salud emergentes y recientemente identificados) de la Unión Europea sobre riesgos emergentes.
El grupo que lidera Olea ha aportado información mediante publicaciones científicas, en ocasiones con carácter regulador, al conocimiento de la exposición humana a disruptores endocrinos y su efecto en la salud humana, especialmente en momentos de especial susceptibilidad (embarazo, infancia y pubertad). Además, ha identificado nuevos factores ambientales implicados en la etiología de enfermedades comunes como cáncer de mama, malformaciones genitourinarias, infertilidad, obesidad y diabetes e investigado el efecto combinado de distintas exposiciones.
Afán investigador
Es autor de más de trescientas publicaciones internacionales y ha liderado proyectos de investigación con financiación europea, español y andaluza. En la actualidad lidera un proyecto del programa H2020 de la UE sobre biomonitorización de la exposición humana a compuestos químicos, y un proyecto con financiación del Instituto de Salud Carlos III sobre exposición del recién nacido de bajo beso en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos.
Denominaciones científicas que persiguen bienestar para las personas. Le gustaría jubilarse junto a los pacientes. Escuchando e investigando sus enfermedades. Olea sabe escuchar y hablar, herramientas fundamentales para ser un buen doctor, docente e investigador.
Fuente: ID